todas las promesas cumplidas
Las palabras bellas suenan más bellas cuando son leídas en voz alta y en familia. Eso hicimos en la congregación hace quince días para recibir el año nuevo.
Juntos pronunciamos Números 6:24… «El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz”.
Son las palabras de un Papá para los hijos que ama. Es es una bendición sacerdotal que Dios ordenó para el pueblo de Israel, su pueblo escogido, por medio de Moisés y está escrito en tiempo futuro. Los quería hacer ver hacia adelante, llenarlos de esperanza y enfocar sus ojos en Él, de quien proviene toda cosa buena. Es en futuro, porque para la raza humana, allí estaba Jesús, aunque claro, Él siempre había estado.
Todo lo que se dijo en el Antiguo Testamento, antes de Jesús, antes que algún par de ojos humanos lo vieran, se trata de Él… porque la Biblia en todos los libros que la conforman, cuentan una sola historia: la Suya. (Romanos 11:36, Colosenses 1:16)
Mientras lo leíamos en voz alta en la congregación, me brincaba el corazón porque esta bendición, hoy en día, para nosotros, no solo trae esperanza para mañana, podemos leerlo en tiempo presente, ¡Puede ser un canto de adoración saturada de gratitud porque en Jesús, todo eso ya lo recibimos!.
Por eso el anciano llamado Simeón, cuando lo vió en el templo en brazos de José y María, dijo “ya puedes despedir a tu siervo en paz, porque han visto mis ojos tu Salvación” (Lucas 2:25-35)
Si hemos llegado a ver que no podemos salvarnos solos y que Él es el único camino, verdad y vida, entonces, ¡esa bendición ya se cumplió!.
Jesús es nuestra bendición y provisión más colosal, el tesoro que jamás se agotará o podrá ser robado , es la perla de gran precio por la que vale la pena soltar todo lo demás (Efesios 1:3, Juan 6:33, Mateo 13:45). Él nos guarda, y no solamente del mal que pudiera llegar ahora (y que de alguna manera, llegará), sino nos guarda en Él de la ira justa de Su Padre en el día final (Romanos 8:1) porque Él es nuestra justicia (Romanos 10:4) y por su obediencia perfecta, las palabras «Este es mi Hijo amado, estoy muy complacido con Él» son también para nosotros (Romanos 8:17) ¡Por Jesús, ya nos mira con agrado! Y en la cruz, nos extendió Su amor y no hay prueba más contundente (Romanos 5:8). Por Jesús tenemos paz EN Dios y CON Dios (Efesios 2:14-17)
Jesus es el cumplimiento completo de toda la ley y los profetas. Podemos proclamar esa bendición hoy como canto de adoración porque Él expiró diciendo ¡Consumado es! ¡Jesus es la personificación de Números 6:24-26 y esa es la alegría que nos sostiene y en la cual viviremos por siempre!
Quiero ser como ese viejito Simeón. Ser movida por el Espíritu y ver a Jesús, ver que ya está hecho lo que estaba esperando y poder irme satisfecha. Solo estaremos listos para morir el día que vivamos para verlo. Él es todas las promesas cumplidas. Él es la máxima promesa cumplida.
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