que nos pregunten

Por Aixa de López
La gente piensa que nos conoce. A los que nos decimos cristianos. Hay estereotipos. Nos reconocen por lo que hacemos y a veces más por lo que no hacemos. Por nuestras agendas de domingo en la mañana. Por nuestras estaciones de radio y nuestras calcomanías en el carro. Por nuestras playeras con versículos. “No que eso tenga algo de malo” diría Seinfeld.
Pero hay algo que debe causarles una profunda intriga. Aún cuando creen conocernos.
Porque cualquier mortal en circunstacias “felices” pasa desapercibido si se muestra feliz. Eso es lo lógico, lo esperado. Pero el que en medio del quebranto, ¿sigue diciendo que Dios es Bueno? ese causa preguntas.
“…Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes…” 1 Pedro 3:15
La marca del verdadero discípulo no está por fuera. Está tallado en un corazón que ha llorado y sigue confiando. El verdadero discípulo está loco… no sólo soporta las pruebas y pérdidas, sino reconoce que todo es provisión divina para ser transformado a la imagen de Cristo y que ninguna de sus lágrimas es desperdiciada. Pero eso no es todo. El que pertenece al Señor verdaderamente, recibe el regalo de regocijarse en el sufrimiento. Es una locura de veras. No se regocija porque no ha llegado hasta él el dolor o porque ya pasó, se regocija mientras pasa por él. Es lo más ilógico y contra-cultural que existe.
Los discípulos debemos vivir vidas que provoquen conversaciones en las que se nos pida razón de nuestra esperanza, no de nuestros prejuicios o hábitos externos.
Eso desubica a los que creen conocer lo que es un cristiano, y sorprendentemente, también a los cristianos nominales (de nombre), porque hay muchos que creen que creen pero no han conocido al Señor en verdad y se evidencia cuando llega el momento de atravesar el valle… porque de tocarnos, tiene. El famoso Salmo 23 no dice “si llego a pasar por el valle de sombra y de muerte”… dice “cuando pase”.
Damos más testimonio de lo que creemos cuando sufrimos que cuando reímos. Nosotros sabemos que nada en esta vida es permanente. Aún lo bello y bueno que Él nos da. Sabemos que somos extranjeros. Hemos entendido, en todo este proceso, que no pertenecemos aquí, y a medida que echamos raíces en Cristo, este mundo pierde su atractivo y nos vamos desarraigando. Simultáneamente crecemos en amor para nuestro Dios, amor para nuestro prójimo y amor para nuestro verdadero hogar…
Ver el dolor y experimentar la pérdida nos abre puertas y nos extiende alformbras rojas, para entrar a las vidas de los que curiosos ven, cómo en medio de las lágrimas y hasta confusión, seguimos aferrados a las promesas del Dios que nos dio y nos quitó.
“Sufrir bien” fue lo que el pastor Matt Chandler le pidió al Señor en oración, cuando fue diagnosticado con un tumor cerebral. El pastor Chandler había notado que su amada congregación tejana no estaba preparada para pasar por el valle de sombra y de muerte, porque nunca habían entendido bien que vivir para Jesús no era que Jesús vive para concedernos el cielo en la tierra, sino santificarnos para amarlo y reflejarlo.
El Señor hace salir el sol sobre buenos y malos. Y la lluvia también. Los discípulos no nos distinguimos por llevar una sombrilla divina que nos hace mágicamente impermeables, nos distinguimos porque en medio del chaparrón, adoramos. Aún sin sentirlo. Aún llorando. Porque confiamos y sabemos que sabemos que sabemos, que la lluvia es necesaria. Que es bendición, que hará que el desierto sea verde. Aún si no fuera de este lado de la eternidad.
El que ha oído la voz de su Buen Pastor, ve el sufrimiento de manera diferente. No le soprende. Lo espera. Porque es parte del paquete. Y le duele, si, pero no le sorprende. Llora, pero no se desespera. Clama cuando no entiende, pero confía. Tiene esperanza. Y no precisamente de que Dios lo resolverá tal y como desea, sino de que sea lo que sea que Dios decida, será para su bien, y al final, cuando lo vea cara a cara, todo tendrá perfecto sentido.
Y mientras nos llueve encima, y seguimos adorando, habrá quien pare y pregunte sobre la esperanza que nos sostiene. Y así sabrán que somos Suyos.
“Queridos hermanos, no se extrañen del fuego de la prueba que están soportando, como si fuera algo insólito. Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también sea inmensa su alegría cuando se revele la gloria de Cristo.” 1 Pedro 4:12
“…también nos regocijamos en los sufrimientos, porque sabemos que los sufrimientos producen resistencia, la resistencia produce un carácter aprobado, y el carácter aprobado produce esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado.” Romanos 5:3-5
Siempre me gusta leer su blog, usted tiene un corazón noble, de esos que no todos tienen, definitivamente Dios es quien a través suya escribe cada nuevo corazón.
Gracias Aixa por compartirnos de ese don tan bonito que Dios le dio, Dios la siga bendiciendo para que nos siga siendo de bendición a nosotros con esas reflexiones tan hermosas