Montaña Rusa 8: Un nombre
Por Aixa de López
“6 millones” suena enorme, abstracto, distante, ajeno. ¿Cuánto es eso? 4 veces más personas que las que habitan actualmente la capital de Guatemala, mi ciudad.
6 millones de judíos exterminados sistemáticamente durante el holocausto liderado por Adolfo Hitler entre 1941 y 1947. Es demasiado atroz y horripilante para considerar… pero hoy… toda la mañana atravesamos pasillos diseñados para volver ese número en algo profundamente personal por lo cual llorar. Metro a metro, foto a foto, historia tras historia, nombre tras nombre…
Nombre tras nombre. Rostro tras rostro. De oficiales que ejecutaron planes diabólicos, de las víctimas que fueron ejecutadas y de los que fueron testigos sin decir nada mientras presenciaban las ejecuciones.
Y todos son espejos. Debemos vernos en esos rostros. Nunca podemos perder de vista que estamos hechos de la misma tierra con la que fue hecho Adán y su caída es la razón por la que todos nacimos huyendo de Dios y haciendo nuestra voluntad.
Este y todos los genocidios comparten la deshumanización de sus víctimas. Los vuelven caricaturas sin valor de las cuales es mejor alejarse, gente tan diferente al ideal, que no cuentan. Tan despreciables, que vale más una bala que una vida (ponían a la gente en filas de 4, uno tras otro, para matarlos con una sola bala… porque las balas cuestan dinero).
Gente brillante: maestros, médicos, ingenieros, deportistas, fueron despojados sus títulos, carreras, propiedades… pero más trágicamente: de sus vínculos, relaciones, identidades… sus nombres.
Uniformados y rapados. Sin nombres, simples números. Sin funerales para recordarlos, ni tumbas para regresar a mostrar respeto. Fosas comunes.
Todos somos capaces de apalear nuestra conciencia al punto de dejarla en coma y es necesario vernos en los espejos de la historia para llorar ese potencial para el mal, arrepentirnos y abrazar la reconciliación ofrecida en Cristo, un Cristo cercano, que llama a sus ovejas por nombre, a sus niños uno a uno.
¿Cómo termina la exhibición? Después del zigzag donde se encoge el estómago y se estira el corazón, una sala final archiva unos 4.5 millones de nombres y hay estantes vacíos, esperando irse llenando, porque aún faltan 1.5 millones de nombres y rostros. Eso vale cada vida. Eso pesa cada nombre.
Y uno sale a la luz… ve la promesa del cielo y camina por un jardín hacia un espacio dedicado a los niños aniquilados durante esta pesadilla… más de un millón; es completamente oscuro y con el juego de la Luz y espejos, 5 velas se vuelven en millones, representando cada vida que fue apagada, y mientras uno camina, oye clara y pausadamente los nombres de las víctimas y sus edades. Eso vale cada uno.
De 6 millones sin rostro a oír nombre por nombre.
No hay fosas comunes en el cielo. Él nos llama por nuestro nombre.
“Pero ahora, así dice el Señor, el que te creó, Jacob, el que te formó, Israel: «No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío.”
Isaías 43:1
PD: si tienen la dicha de venir a Israel, venir al museo Yad Vashem no es negociable. Aparten todo un día.
Es increíble que aún así la mano poderosa consoladora y justa de Dios no se esconda aún en las peores tragedias de la historia. No se puede discutir así es El y la gloria se la lleva toda. Muy buena nota Pastora ❤️
Muchas gracias Aixa, gracias por trasladarnos a una realidad de lo que son solo fotos para los que no hemos
ido. difruto mucho sus escritos, saludos.
Mis respetos Aixa, por su manera de hacer sentir, de llorar conforme leemos su relato, y por recordarnos del inmenso amor de Dios .