eres Su sonrisa
por Aixa de López
Tu sonrisa perpetua es la sonrisa de Dios sobre mí. Desde que anunciaste tu decisión de ser payaso, a los 6 años, me reí. Su soberanía se ríe de mis planes y me libera de la carga auto-impuesta de una vida artificial que pretende una perfección afuera de Él.
Cada mañana esa cabeza cundida de colochos desordenados y festivos me saludan para recordarme que naciste con la agenda de Dios bajo el brazo, y sin tu permiso, ni el mío (para bendición nuestra) nos ha derribado la necesidad de ir al ritmo de este mundo. Las cosas pueden estar pasando en las noticias, en el tráfico, en la mesa, pero no en tu cabeza. Tus colochos parecen una extensión de la fiesta que vive armada allí adentro. Es bella tu convesación interna. Lo sé porque me abres la puerta para que la oiga a cada rato.
Tu olvido divino de la urgencia de la vida es un regalo que necesito recibir más a menudo… tus preguntas que interrumpen mi carrera mañanera son maneras en que Dios me toma de la barbilla para que lo mire a los ojos… y soy tan tonta y simple, que demasiadas veces me lo quito para ganarle al tráfico y te digo “me contás después”.
Pero sí hago pausas hijo. Y pienso. Y se me hace un nudo en la garganta porque sé que eres prueba de que Dios se ríe y abraza apretado cuando lloro. Porque viniste cuando yo lloraba.
Naciste y regresé a la casa con los brazos más llenos y con muchas más dudas y temores que certeza y alegría. Lo confieso. Me hundía en mis preguntas y el miedo de ser todo esto… porque íbamos sobre la marcha pero sentía como estar subida en un carrusel loco que me había empezado a marear. Estábamos subidos en una vida que parecía de una talla más grande que nuestra espalda. Y de oídas había oído, pero aún faltaba que mis ojos Lo vieran.
Y llorabas para dormir, y llorabas para comer, y llorabas porque alguien ofrecía cargarte… porque la sensibilidad que te hace artista no llegó cuando cumpliste seis, vino contigo porque Dios lo puso allí, antes que nos diéramos cuenta. Yo no sabía que antes de poder hacernos reír, debías llorar tanto… y ser comprendido y arrullado. Quizás permitirte llorar sin condenarte fue el campo fértil donde Dios sembró tu seguridad para pararte con tu traje de colores y arriesgarte a fallar sin perder el corazón. Y casi seguro, allí fue donde se hizo posible la empatía de hacer hermanas a un par de extrañas… Y sospecho que también será el campo donde Él se dará gusto para ponerte a trabajar…
Un hijo dulce y de colores no se forma todas las veces porque una mamá rió y lo hizo todo bien… a veces, se forma así a pesar de las debilidades y lágrimas de esa mamá, para contar la historia del Dios de la redención, que ama para transformar. A veces Dios se complace en mandarle un hijo payaso, a una mujer que sufrió depresión post-parto, porque así queda claro que no se trata de la habilidad humana de mantener el sartén por el mango… sino de su mano poderosa y sonrisa enamorada, que no se cansa de querer eso que ha escogido.
Tu vida me recuerda con constancia, que uno no se sienta a la mesa de Dios a negociar. Porque no somos pares. Él es Dios, temible, majestuoso. Uno se sienta a verlo con los ojos asombrados, a confiar en los planes que Él ya decidió, porque además, es bueno y sabe más. Y tiene sentido del humor.
Yo lo alabo mijo… porque mientras yo lloraba pensando en todo lo que no sabía hacer, y miraba al techo en vez de dormir, Él te hacía soñar adentro de mi vientre, con piruetas, zapatos de colores, globos y trucos de magia.
Eres la sonrisa de Dios sobre mí y Él usa tus manitas de once años para acariciar mi cara…
Dios le bendiga hermana Aixa. Que bendición ha sido para mí leer este escrito y ver como Dios ayuda a sus hijos a ver su bondad incluso en las aflicciones que tuvimos, tenemos y tendremos mientras vivamos en este mundo. Dios siempre es fiel, que Dios le siga dando sabiduría para seguir escribiendo estos blogs tan útiles y hermosos.