el riesgo
La imagen de ponerle sus zapatitos de charol, de trabita y con moña, me quedó grabado como cuando marcan al ganado con fuego.
Quizás sea porque recuerdo bien la ilusión que me daba a mí estrenar un par de zapatos iguales, tan pronto como me quedaran. Mi abuelita me los había traído a regalar y en mi mente de 5 años, había pocos objetos en el mundo más bellos que ese par de zapatos de charol, con trabita y moña. Recuerdo bien cuando los estrené, recuerdo cómo me sentía.
Nuestra tercera hija no vino a casa con zapatos rotos, pero sí apretados. No era que anduviera descalza, pero con otros 19 niños en el hogar, no había tiempo de hacer compras personalizadas. Usaba lo que tenía.
Cuando anunciamos nuestra decisión de adoptar, y de aventarnos a hacerlo con una nena “mayorcita” (6 años), alguien que amo mucho me preguntó en un mensaje de texto: “¿Cuáles son los riesgos?” y creo que es la pregunta que muchos se hacen…
Uno de los primeros obstáculos entre un niño huérfano y un hogar verdadero, es el miedo. No he estado del lado del niño, pero si del padre. Tenemos muchos miedos. Miedo a la incomodidad, al error, a perder la estabilidad, a tener que lidiar con algún misterioso gen portador de alguna “maldición”… no es casualidad que en la Biblia, el antónimo del amor no sea el odio sino el temor. El amor cubre multitud de faltas, el temor las pone sobre pedestales, las examina con lupa y las enmarca para verlas constantemente y dar razones a la mente y corazón, de que es mejor quedarse lejos. El temor jamás ganó una batalla… jamás se presentó a pelearla.
El asunto es este: ignorar algo no lo desaparece. Ignorar a los huérfanos y sus problemas tampoco. Uno puede regresar a pretender que no pasa nada, que es problema de otro, y las carencias seguirán persiguiendo a estos niños.
Supongo que esa es la razón por la que muchos se mantienen lejos, porque una vez uno ve de cerca la realidad, ya no puede ignorarla.
Como lo escribí anteriormente, adoptar significa recibir a un niño con necesidades especiales. Siempre. Es meterse a líos. Pero Dios usualmente, hace justamente eso, llamarnos a buenos líos porque es allí donde vemos mucho más clara nuestra debilidad, que trae como pegada a la suela del zapato cual chicle, nuestra gran necesidad de Él, y con ella, nuestra libertad de querer probarle algo al mundo o competir y soltamos nuestra ilusión de control y el miedo, entonces sale a luz nuestra bella calidad de nadies con necesidad de Alguien…
¿Riesgos? El riesgo más grande que corremos es ignorar que cada niño es un regalo de Dios y que no existe uno que haya nacido sin destino, corremos el riesgo de dejar ir la oportunidad de ver en primera fila a Dios trabajar y proveer y cambiar vidas (las nuestras) y de experimentar la vida abundante a la que tenemos acceso, si tomamos nuestra cruz…
Y el mayor de los riesgos, es dejar a otro niño, otra niña, teniendo pesadillas cada noche, teniendo que crecer con el corazón endurecido de ver que a nadie parece importarle lo suficiente y después en la vida, tratar de auto-calmarlas con toda clase de malas decisiones.
Corremos el riesgo de parecer inconsistentes al dejar a los niños huérfanos de lado, creciendo sin nuestra compañía intencional y cercana, y al paso del tiempo, tratar de convencerlos de entrar a nuestra iglesia para obedecer a un Dios que nunca dejamos que usara nuestras manos y pies, nuestra cuenta bancaria y nuestra mesa, nuestra casa con una cama extra, nuestro apellido o nuestro testamento.
El mayor riesgo es dejar de morir a nosotros al adoptar o apoyar la cultura de adopción, y vivir cómodamente para nosotros y al final de la vida, descubrir que había más, si tan sólo hubiéramos tomado el riesgo… El mayor riesgo es perder lo mucho por lo poco. Es dejar de obtener el gozo profundo e incomprensible, de cambiarle un par de zapatitos apretados, por un par nuevo de charol, a una nena que dejó de ser huérfana y pasó a ser nuestra hija.
«¡Aprendan a hacer el bien!
¡Busquen la justicia y reprendan al opresor!
¡Aboguen por el huérfano y defiendan a la viuda!»
Isaías 1:17
Aixa de López está…
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Bendecida…
Dios la bendiga…
Muy lindo mensaje.
Aixa tus palabras siempre me alientan y exhortan tanto! Gracias por abogar por cada niño en espera de una familia ❤️🙏🏻