El estandar desgraciador
La pobre señora Barbara Bush, esposa del expresidente de EEUU, George Bush Sr, fue grabada al decir una de las barbaridades (haciendo honor a su nombre!) más indignantes que he podido oír. Lo dijo durante la tragedia del Huracán Katrina en Nueva Orleans, adentro de un Centro deportivo que para atender a los afectados, se volvió en albergue. Paseando en medio de aquella gente que perdió lo poco que tenía, que dormía en el suelo, que comía cuando había, que no tenía dónde ir al baño, que tenía que cuidar que un loco no hiciera lo impensable con sus nenes durante la noche, se paró y dijo, “Bueno, como ellos ya eran pobres de todos modos, –risita– acá les está yendo mejor…”
Suspiro de horror… ¡es un taco de ignorancia, insensibilidad, completa idiotez y carencia del carácter de Cristo!… ya me indigesté…
Hay tanto que me indigna* de esa sola línea… pero hoy me centro en un sólo punto. (*por cierto, he descubierto que no sólo la música y la gente apasionada me inspira, la indignación me motiva! Y mucho…)
Acá vamos con la explicación del título:
Estándar
adj. Que sirve como tipo, modelo, norma, patrón o referencia por ser corriente, de serie.
Desgraciar
· malograr, lastimar, dañar, perjudicar, estropear, frustrar, abortar, fastidiar, accidentar
· desagradar, disgustar, enfadar
Lo que la Sra. Bush hizo fue usar un estándar desgraciador. Usó una medida baja, abusiva, despectiva y condenadora, para evaluar el desempeño de lo que pasaba actualmente. El pasado triste y feo era la medida para las personas y lo que “merecían” en su presente.
¡Uy! cuántas gracias doy de que no era esa señora la que estaba allí en la plaza cuando arrastraron a una mujer medio desnuda que había sido sorprendida en adulterio. Porque jamás habría recibido más que pedradas. Pues si, si eso merecía. Su estándar era ser una mujerzuela, sucia, poca cosa, que no tenía planes de cambiar. Había sido sorprendida. Merecía morir y más que eso, ser recordada con un sello fluorescente de humillación… Todos listos? Aaaa la unaaa… a las dos… a las tres!… Dénle duro!
He llorado más de una vez contando la historia de aquella mujer, sobre todo ante auditorios femeninos, porque ellas son las que se callan la mayoría de veces, y sufren la aplicación bárbara del estándar desgraciador.
En medio de todo, ¡qué escena gloriosa esa!… yo la veo a ella temblando de ver a Jesús, a Él con esa belleza de mirada, liberándola, y a un discípulo apurándose a taparla. Lo que ella en un segundo pensó que iba a ser el día de su desdichada muerte, sin herencia de honor para sus hijos, sin honra para sus padres, se volvió en el día en que Él rompería el estándar para darle uno nuevo. Si merecía morir, ese día Él decidió que era el mejor día para empezar a vivir, vivir. Yo la veo levantándose con los cachetes mojados de llorar y la veo bien pegadita a los pasos del único que supo cuánto ella valía, a pesar de todo. No la veo en otro lugar, más que a los pies de la cruz el día que Él murió y no la veo más que brincado el día que supo que Él resucitó… la veo llegando a viejita, con la frente en alto, sabiendo en su corazón quién Él dijo que ella era.
Ver la desgracia en las desgraciadas decisiones del pasado de alguien, no requiere mucho, eso es de humanos. Sentarse con un café a condenar lo que hizo y decir que es un desastre y que merece esto o aquello, es normal. El problema es que no fuimos llamados a ser “normales” sino a ser completamente locos al dar segundos chances y tratar con dignidad a quien no la merece, porque así pasan sorpresas, y al tratar como una dama a una que no sabía que era, empieza a creérsela y zaz! Se convierte en una.
Pensar que alguien no merezca más que su peor momento es un terror para quien es medido, y es una evidencia de lo poco que el que mide, conoce realmente a Dios. Pensar que alguien no merezca más que su peor momento es el infierno.
Tener un pasado vergonzoso no es una condena para quienes escogen dar la vuelta en U. Cada vez que condenamos a otro por lo que fue, dudamos del poder de Dios para terminar el trabajo y malogramos lo que puede ser hecho.
Este no es un llamado a soportar callados la mediocridad espiritual o la tibieza, pero sí es una alerta para quienes piensan que pueden seguir sacando ese As sucio de la manga para manipular y aplastar con humillación a alguien más. Si alguien más tiene un peor pasado que el nuestro, ¿significa que nosotros estamos una grada arriba? Pues si es lo que pensamos, tenemos la obligación, de dar la mano y animar, no de presumir y empujar. Sacar lo mejor de los demás, muy muy a menudo requiere que nosotros les demos lo mejor antes.
El estándar desgraciador destruye, condena y limita, el estándar de Dios construye, cree lo mejor y reparte esperanza. El estándar desgraciador dice: “tu pasado indica que no mereces algo mejor” El estándar de Dios dice: “ya no mires tu pasado porque te tengo algo mejor”… Si Bárbara Bush o cualquier otro se sintió aludido al leer… “vete y no peques mas”…
También estoy…
En Twitter, en Facebook, en mi Blog
www.aixadelopez.org
Deja una respuesta