en silencio y en chiquito.
Por Aixa de López
Cuando Dios está salvando, se ve como cualquier cosa. Así se ve. A veces pareciera como si Dios se olvidó de lo que había dicho que haría. Pero es imposible. Porque es Dios.
Si todo el Antiguo Testamento es sólo una trompeta que anuncia que Dios bajaría a salvar al mundo, así lo haría. Y pareciera que después de toda esa introducción, vendría como cuando abrió el mar y pasó Su pueblo. O como cuando habló con Moisés en el monte, en medio de truenos. Algo espectacular. Pero no. La salvación no empieza con ruido, sino en silencio y en chiquito. Las orugas se vuelven mariposas para contar esa historia todos los días, y millones nacen a nuestro alrededor sin ser notadas tampoco.
Todo lo profetizado se estaba llevando a cumplimiento, Dios en la carne tuvo una hora y un lugar donde arribar. Pero tocaban la puerta y nadie podía ver más que a una parejita joven, con una molestia extra… nadie tenía tiempo ni espacio para “otro”.
La historia de la humanidad se estaba partiendo en dos entre esos dolores de parto y el olor a establo. Y Belén en su rutina. Parecía una noche totalmente normal. Dios desbordando de amor y respirando por primera vez con pulmones de recién nacido, llorando con potencia por un poco de leche… y el mundo no volteó a ver.
La redención de la humanidad no comienza en el Calvario. Comienza en Belén, y antes de eso. Como bien dijo Raúl Garduño Jr “antes que Dios dijera hagase la luz, dijo hagase la cruz”. Dios puso en marcha nuestro rescate desde el inicio, antes del pecado, porque fuimos creados para darle gloria y nada le trae más gloria que rescatar rebeldes traidores y hacerlos hijos… Y a menudo, esa salvación está ocurriendo pero el mundo parece ignorarlo por completo.
Dios nunca ha dejado de trabajar. No duerme ni se toma días libres. Está haciendo lo que dijo que haría. La primera fase del plan está completa, eso quiere decir que lo que falta, que es Su regreso para restaurar todas las cosas, también se cumplirá. No lo ha olvidado y la salvación sigue recogiendo los frutos que daría. Aunque haya días donde pareciera que no está pasando nada.
Yo anuncio el fin desde el principio;
desde los tiempos antiguos, lo que está por venir.
Yo digo: Mi propósito se cumplirá,
y haré todo lo que deseo.
Isaías 46:10
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